«Sólo media hora del centro de Corfú, cerca de un pueblo encantador,  hay un palacio», dijo mi padre y al día siguiente fuimos todos juntos en Achillion.  Pasado el pueblo, sobre un promontorio natural, rodeado de altos cipreses, se encuentra el palacio del Achillion, así llamado en honor al héroe griego Aquiles.

 La emperatriz Isabel de Austria decidió refugiarse allí, lejos de las obligaciones de la corte de los Habsburgos. Εl palacio es una verdadera oda a Aquiles y el amor que la princesa tenia por Grecia se nota en cada esquina del palacio.

Caminando por el refugio privado de la princesa, que hoy es un museo, podemos tener una pequeña imagen de la gloria de la época. Pasando por la entrada principal, estaba fascinada por la grandeza de la habitación principal, y no podía imaginar la belleza de las siguientes. A la izquierda y a la derecha vi habitaciones secundarias, y salas de oración. La escalera principal es impresionante, situada en el centro de la habitación principal, con una alfombra roja y un espejo magnifico. Y la magia del lugar no se detiene aquí… Levantando mi cabeza veo un techo lleno de hermosos murales de bailes de Musas y una pintura en el centro (¡Sí! Hay una pintura en el techo). Cuando subí las escaleras vi, en el centro de la pared, la pintura más magnífica que he visto. Aquiles en su carro, a la doma de sus caballos.

El resto de las pinturas esta reproducido a partir de las copias conservadas en los Museos Vaticanos y en el Museo Arqueológico de Nápoles mientras que el resto de las habitaciones es más o menos lo mismo y eso significa que el visitante no dejará de quedarse sin palabras. Majestuosos salones, con detalles diseñados a mano, incluso murales en el techo. Después el camino me lleva en el exterior del Palacio. Vi los jardines reales, llenos de estatuas de filósofos griegos antiguos y de personas que contribuyeron a la ciencia e historia y por supuesto de las musas que eran la fuente de inspiración para cada artista de la época.

Cerca de este lugar, encontré un bar, perfecto para tomar un café o una bebida fría, por lo que tuve oportunidad de sentirse como una princesa en mi palacio. La vista de los jardines que extienden hacia el mar era, ademas,  magnífica. Y en ese momento cerré mis ojos, disfrutando de la brisa del mar imaginando que Achillion era mi residencia de verano.

Al final de mi visita al palacio, no puedo omitir la sensación que me asombró al ver la gran estatua de Aquiles. Es una estatua enorme  de Aquiles que esta caído, golpeado por una flecha en su lugar débil, conocido como «talón de Aquiles”. No puedo evitar sentir tristeza y una sensación extraña de lo inevitable.¿Qué pasa si nadie es imbatible en esta vida?, oigo la voz de mi papá y lágrimas salen de mis ojos.  Tal vez era el objetivo del artista, le digo, tratando de parar a llorar.

Pienso que nadie está en un lugar para quedarse, y que debemos disfrutar cada momento de nuestra vida.  Después de todo, después de la lluvia, siempre viene el arco iris!  Y así terminó nuestro viaje a Achillion.  Antes de salir miramos una última vez la vista al mar y los jardines, y nos sentimos afortunados de haber vivido esa experiencia.